Por Fernando Sánchez Muñoz, cronista
Sector cosmopolita con gran variedad
de servicios turísticos,
fue en su inicio un apacible barrio de Quito.
En 1937 la Caja de Pensiones, hoy
IESS, construyó para sus afiliados 320 casas ubicadas en La Mariscal: dos
hileras de edificaciones de estilo inglés, otro grupo estilo renacentista y viviendas con dos
departamentos. Fueron ocupadas por familias
acomodadas que antes habitaron el Quito colonial.
En la actualidad, es conocido
como “la zona”, centro de entretenimiento quiteño multicultural, en el que trabajan inmigrantes regulares e irregulares de Colombia, Perú, Cuba, República
Dominicana, Pakistán, India, Irán, Nigeria, Estados Unidos, Europa, entre otros. En sus calles y plazas hay turistas y
mochileros de Latinoamérica, Estados Unidos, Europa y otros países.
Su ubicación estratégica y la
diversidad de servicios: 708 restaurantes de gastronomía mundial, 120 agencias
de viajes, 90 hostales y pensiones, 72 discotecas, hoteles y cientos de actividades comerciales;
le convierte en sitio sugestivo y divertido para el turista. Camuflado conviven
la venta de drogas, prostitución y delincuencia, aunque esta última se reconoce que ha disminuido por acción de las autoridades correspondientes.
Selma Merino, emprendedora
ecuatoriana y administradora de un hostal dijo “la participación ciudadana organizada
del sector, jugó un papel importante para el ordenamiento y control de La
Mariscal, logrando la creación de la Administración Especial Turística La
Mariscal, dependencia del Municipio de Quito, que funciona en la zona”.
Queda por definir la calidad de los servicios turísticos y esto
contempla: ¿qué quieren que sea La
Mariscal? y ¿cómo le quieren ver? La respuesta tendrá que venir de sus propios
habitantes, en coordinación con el Municipio y las autoridades nacionales.
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